Manejo y solución de conflictos en Propiedad Horizontal

Manejo y solución de conflictos en la propiedad horizontal

Una de las claves para la evolución de la humanidad ha sido la convivencia, sin embargo este compartir también ha sido foco de conflictos entre las personas, sobre todo cuando no se han establecido normas para conservar la armonía en grupos que conviven día a día. En una propiedad horizontal, los problemas entre vecinos son cotidianos y lo ideal es tener su reglamento de convivencia, por el cual regirse y hacer de la convivencia vecinal lo más llevadera posible.

El convivir y llevarse bien entre vecinos, hace más fuerte a la comunidad al momento de enfrentar y solucionar problemas relativos a una propiedad horizontal. Por lo que, la deseada situación de vivir en paz y armonía se vuelve una necesidad para todos. Con esta premisa es que se debe crear una normativa clara, que contemple sanciones, adaptada a las características particulares de cada copropiedad, pero que en definitiva persigue el mismo objetivo: vivir en armonía.

Dado que en una propiedad horizontal conviven, por lo general, un gran número de personas, con diversos pensamientos, gustos, culturas, grado académico y un sinfín de caracteres, es natural que se presenten situaciones conflictivas. Si no se tiene una verdadera voluntad para respetar la convivencia, será muy difícil que la tan anhelada paz entre vecinos se establezca. El ser humano, aun cuando es un ser social, también es egoísta y es esta contraposición la causante de conflictos, discusiones y enemistades.

Las causas de los problemas son muy variadas y los conflictos en sí, también. Los más comunes que se pueden presentar en una copropiedad, son los siguientes:

1) Vecinos: Sí, una fuente de conflictos son los mismos vecinos; esas personas que son escandalosas y se les olvida, o les importa poco que con sus ruidos y malos comportamientos perturban a los demás. Realizan fiestas o reuniones escandalosas, con ingesta de alcohol, y hasta drogas más fuertes, que pueden suscitar accidentes o peleas. Pueden existir grupos familiares disfuncionales que exteriorizan sus problemas internos, no vigilan a sus niños que salen a jugar, afectando la paz y el silencio en las áreas comunes, no solo en su propiedad. Vecinos que no respetan los puestos fijos de los parqueaderos o que ensucian áreas comunes, hacen mal uso de los ascensores o piscinas.

2) Uso de las áreas comunes: Los espacios comunes en una propiedad horizontal tiene su uso, disposición y disfrute contemplado en el documento de registro de propiedad y en su mismo reglamento interno. Es decir, que una propiedad horizontal residencial tiene sus espacios comunes, con un uso bien establecido; hacer de dichos espacios, un uso distinto, tarde o temprano traerá algún conflicto, y por supuesto su respectiva sanción. Ejemplos de este mal uso: cuando se usan las áreas verdes para botar desperdicios, lavado de autos, parqueadero, huerto o cría de animales. Instalar ventas de comida rápida en algún espacio común o usarlos como depósito de mercancías.

3) Animales domésticos: Las mascotas en sí, no son el problema. Son sus dueños que se comportan de manera irresponsable en la convivencia y al momento de sacarlas a pasear por las áreas comunes, no les colocan correa y bozal (en ciertas razas), no les impiden que saquen desperdicios de la basura y los rieguen, en ocasiones incitan a atacar otros perros o asustar niños. Algo muy común es que no les recojan sus excrementos o los dejen encerrados sin atenderlos, lo que produce angustia en el animal y ladra constantemente; ruidos que molestan a los vecinos.

4) Morosidad: Tal vez este sea uno de los causantes de conflicto más común, y el de más riesgo, ya que compromete las finanzas de la copropiedad. Generando dolores de cabeza a la administración al momento de hacer los pagos de los servicios y el mantenimiento propio del inmueble. La morosidad puede generar la suspensión de servicios como la vigilancia o la limpieza; cortes del servicio eléctrico o suministro de agua y gas; lo que causaría molestias en los demás vecinos que sí están al día en sus pagos.

Los anteriores, son los motivos más comunes de conflictos en una propiedad horizontal; que una vez precisados, lo más lógico es solucionarlos con premura para evitar un daño mayor o irreversible en las relaciones entre vecinos, su integridad física y la del mismo inmueble en común. Si quieres cambiar al mundo, comienza por ti mismo. Esto es, tener la disposición de dialogar para llegar a acuerdos amistosos, ser parte de la solución. En ocasiones la buena voluntad no es suficiente, máxime si una de las partes es renuente a concertar y cumplir compromisos de convivencia.

Llegados a esta situación de desacuerdo, es necesaria la intervención de un tercero que medie en el conflicto, personas con alguna autoridad, calificada y neutral. Es así, que se asegura un dialogo que conduzca a acuerdos y soluciones; donde los principales protagonistas enfrentados asuman responsabilidades, se hagan cargo de la situación, sean capaces de actuar y decidir en consecuencia y mantenga el respeto por los acuerdos logrados. De tal forma, se tendrá un precedente de solución si se presenta alguna situación indeseada similar.

Una primera instancia, para la solución de conflictos, son los comités de convivencia; figura contemplada en la ley 675 de 2001. Con la intervención de este organismo se llegan a acuerdos que solventan el problema suscitado, en este caso las partes se comprometen a respetar dichos acuerdos, tanto por palabra como por escrito; Lo que hace que tenga carácter jurídico y asentarlo en una escritura pública. Si no se cumple, puede llegar a la justicia ordinaria, quien tiene el poder de solventar y sancionar, según la naturaleza del conflicto y lo que estipule la ley.

El mejor combate es el que se evita, esto pasa por crear conciencia y hábitos de buen vivir, acompañados por un reglamento que fije las normas de convivencia. Hacer entender que todos tenemos el mismo derecho y que sobrepasarnos en los nuestros perturba los derechos de los demás. Siempre será adecuado resolver un conflicto en primera instancia, sin la intervención de terceros, a lo sumo, con las autoridades internas del inmueble como: el comité de convivencia, consejo de administración (o administrador).

La mejor herramienta es la buena voluntad y disposición al dialogo, negociar y no imponerse a la fuerza o con chantajes. Siempre pensando en el bien común y no en el individual.

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